Una traducción jurada es aquella realizada por un intérprete jurado reconocido por el MAEUEC, y estas traducciones incluyen el sello y la firma del traductor, lo que garantiza su autenticidad, por ello, también se las conoce como traducciones oficiales, certificadas o públicas.
Es importante tener en cuenta que si un texto contiene fragmentos de un idioma para el cual el traductor no está acreditado como traductor jurado, estos fragmentos no serán traducidos. Asimismo, no se traducen las direcciones postales, los nombres (a menos que involucre un cambio de alfabeto, como del español al ruso), y las calificaciones académicas (aunque se puede incluir una nota explicativa).
Por otro lado, sí se pueden traducir los nombres de instituciones, titulaciones académicas y terminología jurídica, siempre buscando una traducción lo más literal posible para evitar confusiones. También se adaptan las abreviaturas, las cifras (por ejemplo, 1.500 en castellano se traduciría como 1,500 en inglés), las horas y las fechas, y los errores y partes ilegibles no se corrigen y se anotan en la traducción.
En términos generales se requiere un traductor jurado cuando se presenta documentación extranjera en un organismo oficial local, regional o estatal con la finalidad de garantizar la seguridad jurídica y la autenticidad de los documentos.
Algunos ejemplos comunes de documentos que requieren traducción jurada son los títulos académicos para su convalidación en otro país, expedientes académicos y CVs, así como también certificaciones de trabajo, capacitaciones profesionales, estatutos sociales de una empresa, contratos e informes médicos para viajar al extranjero.
Del mismo modo que testamentos, poderes notariales, escrituras, certificados de nacimiento o matrimonio, sentencias de divorcio en otro país, certificados de defunción de personas fallecidas en el extranjero, certificados de antecedentes penales para trabajar en el extranjero y documentos judiciales en general.